El 3 y 4 de mayo de 2006, se llevaron a cabo por parte del gobierno federal, estatal y municipal, diversos abusos, entre ellos: lesiones, allanamientos de morada, tortura, robos, vandalismo, violaciones sexuales y 2 homicidios.
Estas acciones tenían el objetivo de amedrentar y desarticular al Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, y de paso, enviar un mensaje claro a cualquier movimiento social con miras a las elecciones del 2006.
Estas acciones tenían el objetivo de amedrentar y desarticular al Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, y de paso, enviar un mensaje claro a cualquier movimiento social con miras a las elecciones del 2006.
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A continuación un documental que el Canal 6 de Julio realizó para difundir la verdad de los hechos en Atenco del 3 y 4 de mayo de 2006:
La Operación Rescate
En una nota de la jornada se da a conocer la forma, planeación y ejecución del operativo en Atenco:
El 4 de mayo, el gobierno federal ordenó que se llevara a cabo un operativo de guerra sicológica en el poblado de San Salvador Atenco. La llamada Operación Rescate fue diseñada y planificada con antelación por mandos expertos en lucha antisubversiva pertenecientes a la Policía Federal Preventiva (PFP), con apoyo de elementos del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) y de la Agencia de Seguridad del Estado de México (ASE). Dada la envergadura del operativo y la coyuntura política del país -la fase final de una disputa electoral teñida por "campañas de odio" y una guerra sucia mediática-, la acción paramilitar bajo cobertura policial tuvo que ser consultada con el gabinete de Seguridad Nacional del presidente Vicente Fox, y aprobada por éste.
Se trató en rigor de un operativo militar quirúrgico, precedido por una breve pero eficaz campaña de saturación propagandística, cuyos objetivos principales fueron recuperar el "control" de un poblado en manos de un grupo de disidentes políticos y sociales, y descabezar al Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT), cuyos integrantes fueron señalados por los mandos de la acción militar como "delincuentes" y "subversivos", y asimilados al "crimen organizado".
La incursión en Atenco, el día 4, mediante una acción envolvente ejecutada de manera breve y con violencia desproporcionada por fuerzas especiales de la PFP, que fueron respaldadas por elementos de la policía estatal, se inscribe en lo que en la jerga castrense se conoce como "control de población". Ese tipo de operativo, que se basa en la "doctrina Lacheroy" -denominada así por el nombre del coronel Charles Lacheroy, quien la aplicó en la batalla de Argel tras la derrota francesa en Dien Bien Phu-, forma parte de la guerra sicológica antisubversiva, una forma de guerra irregular (no convencional), que combina labores de inteligencia, acción cívica, propaganda y control de masas sobre un territorio específico.
Los hechos del 4 de mayo fueron precedidos por la cruenta refriega del día 3 entre campesinos amotinados y elementos de las fuerzas de seguridad. En apariencia, el enfrentamiento violento derivó de un incidente "menor": el desalojo de ocho floristas en un recinto municipal de Texcoco. Pero una recapitulación sobre el desarrollo de los acontecimientos en la "batalla de Atenco" permite conjeturar que el motín de los atenquenses pudo haber sido "inducido", según recomiendan los manuales sobre "operaciones especiales" (o "sicológicas") de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).
…
el operativo Atenco fue, además, una acción de escarmiento dirigida a generar terror y miedo paralizante en la población "blanco" de la acción represiva gubernamental. Por esa vía, se pretende inhibir o disuadir la lucha de los integrantes del FPDT y de grupos similares en el resto del país. De allí que se haya reprimido con saña a víctimas inermes y que se echara mano de la tortura y la agresión física y sexual de mujeres y hombres ya reducidos y hechos prisioneros.
Con otros elementos complementarios, como el uso de la capucha durante los interrogatorios, las torturas y vejámenes a los detenidos y detenidas; la participación de espías, agentes provocadores y delatores; los cateos violentos por uniformados armados; la destrucción de viviendas y el saqueo de enseres como botín de guerra. A lo que se sumó, como se señaló arriba, la utilización de los medios en las tareas de propaganda, mediante la homosintonización del mensaje (gleichschaltung), la técnica empleada por Joseph Goebbels en la Alemania nazi para obtener de manera compulsiva una alineación estandarizada de la población. Es decir, se conjugaron diversos componentes propios de la escuela francesa, experimentados por el coronel Massuh y sus paracaidistas en la Casbah (el barrio árabe) durante la batalla de Argel, que se irradiaran luego por América Latina durante la guerra sucia de los 70, los años del terrorismo de Estado y la Operación Cóndor, como se conoció a la acción genocida aplicada por la alianza represiva de las dictaduras del Cono Sur.
fuente
El 4 de mayo, el gobierno federal ordenó que se llevara a cabo un operativo de guerra sicológica en el poblado de San Salvador Atenco. La llamada Operación Rescate fue diseñada y planificada con antelación por mandos expertos en lucha antisubversiva pertenecientes a la Policía Federal Preventiva (PFP), con apoyo de elementos del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) y de la Agencia de Seguridad del Estado de México (ASE). Dada la envergadura del operativo y la coyuntura política del país -la fase final de una disputa electoral teñida por "campañas de odio" y una guerra sucia mediática-, la acción paramilitar bajo cobertura policial tuvo que ser consultada con el gabinete de Seguridad Nacional del presidente Vicente Fox, y aprobada por éste.
Se trató en rigor de un operativo militar quirúrgico, precedido por una breve pero eficaz campaña de saturación propagandística, cuyos objetivos principales fueron recuperar el "control" de un poblado en manos de un grupo de disidentes políticos y sociales, y descabezar al Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT), cuyos integrantes fueron señalados por los mandos de la acción militar como "delincuentes" y "subversivos", y asimilados al "crimen organizado".
La incursión en Atenco, el día 4, mediante una acción envolvente ejecutada de manera breve y con violencia desproporcionada por fuerzas especiales de la PFP, que fueron respaldadas por elementos de la policía estatal, se inscribe en lo que en la jerga castrense se conoce como "control de población". Ese tipo de operativo, que se basa en la "doctrina Lacheroy" -denominada así por el nombre del coronel Charles Lacheroy, quien la aplicó en la batalla de Argel tras la derrota francesa en Dien Bien Phu-, forma parte de la guerra sicológica antisubversiva, una forma de guerra irregular (no convencional), que combina labores de inteligencia, acción cívica, propaganda y control de masas sobre un territorio específico.
Los hechos del 4 de mayo fueron precedidos por la cruenta refriega del día 3 entre campesinos amotinados y elementos de las fuerzas de seguridad. En apariencia, el enfrentamiento violento derivó de un incidente "menor": el desalojo de ocho floristas en un recinto municipal de Texcoco. Pero una recapitulación sobre el desarrollo de los acontecimientos en la "batalla de Atenco" permite conjeturar que el motín de los atenquenses pudo haber sido "inducido", según recomiendan los manuales sobre "operaciones especiales" (o "sicológicas") de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).
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el operativo Atenco fue, además, una acción de escarmiento dirigida a generar terror y miedo paralizante en la población "blanco" de la acción represiva gubernamental. Por esa vía, se pretende inhibir o disuadir la lucha de los integrantes del FPDT y de grupos similares en el resto del país. De allí que se haya reprimido con saña a víctimas inermes y que se echara mano de la tortura y la agresión física y sexual de mujeres y hombres ya reducidos y hechos prisioneros.
Con otros elementos complementarios, como el uso de la capucha durante los interrogatorios, las torturas y vejámenes a los detenidos y detenidas; la participación de espías, agentes provocadores y delatores; los cateos violentos por uniformados armados; la destrucción de viviendas y el saqueo de enseres como botín de guerra. A lo que se sumó, como se señaló arriba, la utilización de los medios en las tareas de propaganda, mediante la homosintonización del mensaje (gleichschaltung), la técnica empleada por Joseph Goebbels en la Alemania nazi para obtener de manera compulsiva una alineación estandarizada de la población. Es decir, se conjugaron diversos componentes propios de la escuela francesa, experimentados por el coronel Massuh y sus paracaidistas en la Casbah (el barrio árabe) durante la batalla de Argel, que se irradiaran luego por América Latina durante la guerra sucia de los 70, los años del terrorismo de Estado y la Operación Cóndor, como se conoció a la acción genocida aplicada por la alianza represiva de las dictaduras del Cono Sur.
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Mas sobre el operativo en la declaración de los policías:
-¿Cuántos cuerpos participaron en el operativo de los estatales? -preguntó el Centro Pro.
-Los sectores, el FAR, Saetas, Caninos, Ases, que es el grupo especial; son los que vimos entrando a los domicilios apuntando a la gente, porque sí traían armas. Ellos siempre andan armados, traen granadas.
-Cuando ya entran a San Salvador, ¿cuál fue la instrucción?, ¿por quién iban?
-Primera, era disolver a la gente que estaba ahí y que no dejaba entrar a todo el personal a la plaza principal. Después ya viene la orden, salió del gobierno, de los comandos que tenían que entrar a las casas; nosotros era entrar y dispersar a la gente.
…
“recibimos orden de golpear a todo lo que se moviera, siempre que no nos vieran los medios (de comunicación), y que entráramos a las casas a sacar a la gente que se pudiera”
La participación de los medios
Los medios tuvieron un papel muy importante en los hechos del 3 y 4 de mayo de 2006 en Atenco, en especial Televisa y Tv Azteca.
Uno de los componentes básicos de la "guerra sicológica" es la propaganda, cuyo objetivo es "ganar la mente y los corazones" de la población. La propaganda busca explotar las "vulnerabilidades" del ser humano (temor, inseguridad, ira, nostalgia, ansiedad) e "influir en las opiniones, emociones, actitudes y comportamientos de grupos amigos, enemigos y neutrales, con el fin de alcanzar las miras u objetivos nacionales".
Fijados los "objetivos" o "blancos" de la guerra sicológica, que consisten básicamente en reforzar el apoyo de los grupos sociales "amigos"; desprestigiar y debilitar a los "enemigos", y conseguir la simpatía de los "neutrales", la propaganda se canaliza a través de los medios masivos de comunicación, en particular la radio y la televisión. En esa fase, mediante la denominada sicología de la motivación, la propaganda busca hacer reaccionar al individuo de tres formas diferentes: mediante la agresión, la conformidad o la resignación y la apatía.
Si se analizan paso a paso los acontecimientos del día 3, vemos que un suceso "menor", en un mercado de Texcoco, que debía arreglarse por la vía del diálogo y la negociación, fue seguido de un desmesurado desplazamiento de la fuerza pública de los tres niveles de gobierno (municipal, estatal y federal) a San Salvador Atenco, para "reabrir"el tránsito en una carretera bloqueada.
La acción policial desató la furia de los atenquenses, que repelieron a los uniformados con palos, piedras, bombas molotov y machetes. El "escenario" estaba ya cubierto por los enviados de las principales cadenas de radio y televisión, que transmitieron los hechos en "vivo" y "en directo". Junto con la retirada desordenada de federales preventivos y policías estatales, las imágenes y los comentarios de los locutores de radio y televisión se centraron en la brutal golpiza a que fue sometido un policía inerme, tirado en el piso, por un pequeño grupo de ejidatarios.
Con el transcurso de las horas, inclusive en el contexto de la brutal represalia paramilitar de las fuerzas del orden (el día 4), la imagen del "policía tirado, semimuerto (que recibe) la criminal patada en los güevos" -según historió el periodista Ciro Gómez Leyva, en lo que también puso énfasis la colega Carmen Aristegui, quien prefirió utilizar la palabra testículos- fue un elemento clave para "fijar" en la opinión pública la idea de que los atenquenses son "un pequeño grupo violento", "subversivo", integrado por seres "irracionales" y "bárbaros" sobre los que debía recaer "todo el peso de la ley".
Como señalan los manuales de guerra contrainsurgente (similares a los de la publicidad comercial), "para lograr persuadir, toda acción sicológica deberá apoyarse en el poder acumulativo logrado por la repetición". Así, la repetición hasta la náusea de la imagen del policía "semimuerto" (como la de los aviones estrellándose en las torrres gemelas de Nueva York el 11/09/01), persuadió y provocó la sugestión y/o la excitación compulsiva de los locutores y editorialistas "amigos", que, de manera consciente o inconsciente, se sumaron a la campaña de propaganda contrainsurgente y lanzaron llamados "espontáneos" a la aplicación de la "mano dura" contra los "enemigos" del régimen.
"La radio -dice el manual- tiene toda la fuerza emotiva de la palabra hablada. Un experto propagandista de radio -se alude también a 'voces de personalidades que implícitamente llevan un rasgo de veracidad en sus palabras', pensemos, por ejemplo, en el "reportero" radial Joaquín López Dóriga- puede ejercer una influencia tremenda en las emociones de los oyentes simplemente por el tono, la resonancia, la inflexión o la articulación de su voz". (Lo mismo vale, obvio, para los locutores que editorializan en los noticiarios de televisión).
Otro elemento que gravitó durante los acontecimientos -y ayudó a aceitar la visión "confabulatoria" de la realidad- fue el uso del rumor, elemento propio de la "propaganda negra", tan afín a las operaciones encubiertas. Según reza un manual de la Sedena, "rumor (es un) informe cuya autenticidad es dudosa y cuyo origen no se puede verificar". Y agrega: "Los rumores causan generalmente un histerismo y un pánico desmoralizante". Así, el rumor sobre "uno" o "dos" policías muertos en Atenco, repetido como "noticia" (sin verificar) a través de los medios masivos de comunicación (el día 3), ayudó a generar un clima de histeria y pánico en la audiencia, y por la vía de la manipulación de las emociones (es decir, de la explotación del odio y del miedo), preparó a la opinión pública para la represión brutal del día siguiente.
Fijados los "objetivos" o "blancos" de la guerra sicológica, que consisten básicamente en reforzar el apoyo de los grupos sociales "amigos"; desprestigiar y debilitar a los "enemigos", y conseguir la simpatía de los "neutrales", la propaganda se canaliza a través de los medios masivos de comunicación, en particular la radio y la televisión. En esa fase, mediante la denominada sicología de la motivación, la propaganda busca hacer reaccionar al individuo de tres formas diferentes: mediante la agresión, la conformidad o la resignación y la apatía.
Si se analizan paso a paso los acontecimientos del día 3, vemos que un suceso "menor", en un mercado de Texcoco, que debía arreglarse por la vía del diálogo y la negociación, fue seguido de un desmesurado desplazamiento de la fuerza pública de los tres niveles de gobierno (municipal, estatal y federal) a San Salvador Atenco, para "reabrir"el tránsito en una carretera bloqueada.
La acción policial desató la furia de los atenquenses, que repelieron a los uniformados con palos, piedras, bombas molotov y machetes. El "escenario" estaba ya cubierto por los enviados de las principales cadenas de radio y televisión, que transmitieron los hechos en "vivo" y "en directo". Junto con la retirada desordenada de federales preventivos y policías estatales, las imágenes y los comentarios de los locutores de radio y televisión se centraron en la brutal golpiza a que fue sometido un policía inerme, tirado en el piso, por un pequeño grupo de ejidatarios.
Con el transcurso de las horas, inclusive en el contexto de la brutal represalia paramilitar de las fuerzas del orden (el día 4), la imagen del "policía tirado, semimuerto (que recibe) la criminal patada en los güevos" -según historió el periodista Ciro Gómez Leyva, en lo que también puso énfasis la colega Carmen Aristegui, quien prefirió utilizar la palabra testículos- fue un elemento clave para "fijar" en la opinión pública la idea de que los atenquenses son "un pequeño grupo violento", "subversivo", integrado por seres "irracionales" y "bárbaros" sobre los que debía recaer "todo el peso de la ley".
Como señalan los manuales de guerra contrainsurgente (similares a los de la publicidad comercial), "para lograr persuadir, toda acción sicológica deberá apoyarse en el poder acumulativo logrado por la repetición". Así, la repetición hasta la náusea de la imagen del policía "semimuerto" (como la de los aviones estrellándose en las torrres gemelas de Nueva York el 11/09/01), persuadió y provocó la sugestión y/o la excitación compulsiva de los locutores y editorialistas "amigos", que, de manera consciente o inconsciente, se sumaron a la campaña de propaganda contrainsurgente y lanzaron llamados "espontáneos" a la aplicación de la "mano dura" contra los "enemigos" del régimen.
"La radio -dice el manual- tiene toda la fuerza emotiva de la palabra hablada. Un experto propagandista de radio -se alude también a 'voces de personalidades que implícitamente llevan un rasgo de veracidad en sus palabras', pensemos, por ejemplo, en el "reportero" radial Joaquín López Dóriga- puede ejercer una influencia tremenda en las emociones de los oyentes simplemente por el tono, la resonancia, la inflexión o la articulación de su voz". (Lo mismo vale, obvio, para los locutores que editorializan en los noticiarios de televisión).
Otro elemento que gravitó durante los acontecimientos -y ayudó a aceitar la visión "confabulatoria" de la realidad- fue el uso del rumor, elemento propio de la "propaganda negra", tan afín a las operaciones encubiertas. Según reza un manual de la Sedena, "rumor (es un) informe cuya autenticidad es dudosa y cuyo origen no se puede verificar". Y agrega: "Los rumores causan generalmente un histerismo y un pánico desmoralizante". Así, el rumor sobre "uno" o "dos" policías muertos en Atenco, repetido como "noticia" (sin verificar) a través de los medios masivos de comunicación (el día 3), ayudó a generar un clima de histeria y pánico en la audiencia, y por la vía de la manipulación de las emociones (es decir, de la explotación del odio y del miedo), preparó a la opinión pública para la represión brutal del día siguiente.
Declaraciones de representantes eclesiásticos
Onésimo Cepeda y Norberto Rivera hicieron declaraciones de apoyo por el operativo de Atenco, cabe recalcar que sus voces tienen mucho impacto y difusión en los medios.
Declaraciones Onésimo cepeda
El obispo Onésimo Cepeda celebró, en la residencia oficial de Los Pinos, que Peña Nieto enviara la fuerza policiaca para repeler a los inconformes. "Yo aplaudo definitivamente la actuación de mi gobernador, al poner mano dura y al ser intransigente con la violación a la ley. La ley no se hizo para violarse", dijo.
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Declaraciones de Norberto Rivera
No basta con que un medio de comunicación lo denuncie [las violaciones sexuales]. ''Se debe proceder conforme a una investigación, porque se trata de un asunto muy delicado'', afirmó.
-Es un asunto delicado. Primero se tiene que investigar y no basta que sólo digan ''a mí me violaron'', para que ya se dé como un hecho. Se tiene que probar. No es que mientan o no mientan, pero creo que nadie de ustedes tiene pruebas.
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Testimonios de los presos de Atenco durante una visita de la CCIODH en el penal de Santiaguito
El asesinato del niño Francisco Javier Cortés Santiago
El 6 de mayo de 2006 el Gobernador Enrique Peña Nieto, tuvo que admitir que no se trató de un impacto de petardo como lo quisieron presentar en un principio:
El procurador general de Justicia del estado de México, Abel Villicaña, y el gobernador Enrique Peña Nieto reconocieron que el fallecimiento de Francisco Javier Cortés Santiago, de 14 años de edad, ocurrido durante el enfrentamiento entre policías y pobladores de San Salvador Atenco, fue a consecuencia de un impacto de arma de fuego, calibre .38, similar al que utiliza la policía estatal.
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El 18 de mayo la procuraduría estatal corroboraba que se trata de un asesinato, aunque pretendían señalar que el disparo pudo haber sido hecho desde el bando atenquense:
El procurador reveló que las pruebas de criminalística demuestran que Cortés Santiago fue víctima de "un homicidio doloso y directo, porque no se trató de una bala perdida. El disparo fue activado a menos de 70 centímetros de distancia entre el sujeto activo y el pasivo, y el menor hizo maniobras defensivas porque levantó el brazo y el proyectil le atravesó el brazo y se le introdujo en el tórax".
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Sin embargo, a partir de los testimonios de policías estatales, se puede inferir que la Policía Estatal del Estado de México tiene identificado al autor del disparo:
-¿Y el niño que murió?
-Fue por un impacto de 38 especial.
-¿Y esa arma quién la utiliza?
-Nosotros, la policía estatal, y fue un compañero el que disparó.
-¿Le disparó al menor al calor de los hechos o fue de manera directa?
-De manera directa. Ya que el niño lo estaba descubriendo que estaba escondido; dijo que había un policía estatal y éste sacó el arma y le disparó.
La entrevista completa
El asesinato de Alexis Benhumea
Alexis fue herido en el parietal izquierdo, a todas luces – con la verificación de la evidencia, a través del testimonio de su padre -, debido al impacto causado por el proyectil de metal, cuyo contenido era gas lacrimógeno. Dicho artefacto fue recogido por el equipo de Narco News en la casa donde los Benhumea se resguardaron entre 10 y 11 horas.
fuenteEl Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez, la Red Nacional de Organismos Todos los Derechos para Todos, la Liga Mexicana de Defensa de los Derechos Humanos, el Colectivo Contra la Tortura y la Impunidad, y el Centro Nacional de Comunicación Social (Cencos), manifestaron ayer, en entrevistas por separado, que "el Estado debe asumir su responsabilidad en el homicidio de Alexis Benhumea, porque hay estudios que revelan que el disparo del proyectil de gas lacrimógeno fue a corta distancia, fue a matar".
fuente
En la pagina del fabricante de los cartuchos se encuentra la información relativa al correcto manejo de estos, haciendo una traducción personal de las precauciones en el manejo, se puede ver que los cartuchos fueron manejados de manera inapropiada, que no se trató de un accidente si se tuvo la correcta capacitación o en el peor de los casos, que se utilizó de forma intencionada para causar graves daños:
Los Spede-Heat Chemical [nombre comercial del proyectil que impactó a Alexis] y proyectiles de humo están diseñados para uso exterior y tienen la capacidad de iniciar incendios. No están destinados para penetración de barricadas. No dispare directamente al personal, pudiendo resultar en graves lesiones o muerte.
Precaución: Este producto es para ser usado solo por elementos de la ley, correccionales o personal militar. Este producto puede causar serias lesiones o la muerte a ti o a otros. Este producto puede causar serios daños a la propiedad. Maneje, almacene y use con extremo cuidado y precaución. Úsese solo según lo instruido.
Hoja con datos técnicos del cartucho
Precaución: Este producto es para ser usado solo por elementos de la ley, correccionales o personal militar. Este producto puede causar serias lesiones o la muerte a ti o a otros. Este producto puede causar serios daños a la propiedad. Maneje, almacene y use con extremo cuidado y precaución. Úsese solo según lo instruido.
Hoja con datos técnicos del cartucho
Guillermo Selvas y Mariana Selvas Gómez
Guillermo Selvas milita en la izquierda desde su juventud. Ha formado parte de brigadas de salubridad que recorren las zonas con los mayores índices de desnutrición y enfermedades de primer nivel. Antes de ser apresado, encabezaba un colectivo promotor de salud que trabajaba en las paupérrimas comunidades de Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Querétaro, Veracruz y Michoacán, entre otros estados. Mariana es estudiante de la Escuela Nacional de Antropología e Historia y asiste a su padre en el servicio médico.
Los Selvas fueron apresados y golpeados en San Salvador Atenco el 4 de mayo en las inmediaciones de la casa donde se encontraba herido en el cráneo e inconciente Alexis Benhumea, estudiante de la Facultad de Economía de la UNAM y de la Academia de la Danza del INBA, quien moriría días más tarde a consecuencia de la explosión cerca del rostro de una granada de gas lacrimógeno.
Guillermo Selvas había tratado de auxiliarlo pero, al percatarse de la gravedad del traumatismo, decidió salir a pedir el auxilio de una ambulancia. Fue entonces cuando los policías lo golpearon. Mariana trató de auxiliar a su padre y también fue detenida y, durante el traslado al penal, torturada sexualmente.
fuenteLos Selvas fueron apresados y golpeados en San Salvador Atenco el 4 de mayo en las inmediaciones de la casa donde se encontraba herido en el cráneo e inconciente Alexis Benhumea, estudiante de la Facultad de Economía de la UNAM y de la Academia de la Danza del INBA, quien moriría días más tarde a consecuencia de la explosión cerca del rostro de una granada de gas lacrimógeno.
Guillermo Selvas había tratado de auxiliarlo pero, al percatarse de la gravedad del traumatismo, decidió salir a pedir el auxilio de una ambulancia. Fue entonces cuando los policías lo golpearon. Mariana trató de auxiliar a su padre y también fue detenida y, durante el traslado al penal, torturada sexualmente.
José Gregorio Arnulfo Pacheco
El 4 de mayo de 2006, a primera hora de la mañana, José Gregorio Arnulfo Pacheco, su esposa Flora Sánchez y su hijo Ulises Pacheco fueron golpeados y detenidos en su domicilio de San Salvador Atenco, Estado de México, durante una operación policial destinada a reprimir las protestas violentas que habían comenzado el día anterior en la localidad vecina de Texcoco.
Cuando Flora Sánchez y Ulises Pacheco informaron a la policía de que José Gregorio Arnulfo sufría una enfermedad degenerativa que limitaba gravemente su equilibrio, habla y capacidad de movimiento, los agentes no les creyeron y continuaron golpeando y propinando patadas a José Gregorio Arnulfo Pacheco, su esposa y su hijo, antes de arrastrarlos hacia los vehículos policiales que les esperaban. Como al resto de los detenidos, a José Gregorio le cubrieron la cabeza y le hicieron tumbarse en el suelo del vehículo policial mientras obligaban a otras personas a caminar sobre él. Las personas detenidas fueron golpeadas y amenazadas reiteradamente.
Una vez en prisión, la gravedad de las lesiones de José Gregorio Arnulfo motivó que los médicos de la prisión ordenasen su traslado a un hospital. Posteriormente se le diagnosticaron fracturas en costillas y tráquea, fisuras craneales y contusiones graves. Al cabo de cinco días fue devuelto al hospital de la prisión.
fuenteCuando Flora Sánchez y Ulises Pacheco informaron a la policía de que José Gregorio Arnulfo sufría una enfermedad degenerativa que limitaba gravemente su equilibrio, habla y capacidad de movimiento, los agentes no les creyeron y continuaron golpeando y propinando patadas a José Gregorio Arnulfo Pacheco, su esposa y su hijo, antes de arrastrarlos hacia los vehículos policiales que les esperaban. Como al resto de los detenidos, a José Gregorio le cubrieron la cabeza y le hicieron tumbarse en el suelo del vehículo policial mientras obligaban a otras personas a caminar sobre él. Las personas detenidas fueron golpeadas y amenazadas reiteradamente.
Una vez en prisión, la gravedad de las lesiones de José Gregorio Arnulfo motivó que los médicos de la prisión ordenasen su traslado a un hospital. Posteriormente se le diagnosticaron fracturas en costillas y tráquea, fisuras craneales y contusiones graves. Al cabo de cinco días fue devuelto al hospital de la prisión.
María Sostres Y Cristina Valls (España)
Con el pretexto de buscar a un policía secuestrado, las autoridades irrumpieron en decenas de casas, y detuvieron a 200 personas. Muchas de ellas acabaron en prisión. “Nos quitaron todo lo que llevábamos, nos pusieron capuchas y nos metieron en un camión”, recuerda Cristina. En ese momento comenzaba la pesadilla para las dos militantes del Colectivo de Solidaridad con la Rebelión Zapatista. Para ellas y para el resto de los detenidos que viajaron en el mismo furgón. Según relatan, “en el camión era donde se daba la tortura”. En palabras de Cristina, la policía comenzó entonces a tratar a los detenidos “como a animales”. Además de presión psicológica, los insultos y las amenazas de muerte, la lista de agresiones físicas es larga: “Te golpeaban, te humillaban. Hubo agresiones, vejaciones, acosos sexuales... ha sido lo más degradante que he visto nunca”, asegura.
fuenteSamantha Dietmar (Alemania)
Fuí jaloneada de los cabellos y de los brazos para meterme al transporte, donde una montaña de personas ya estaban apiladas unas sobre otras. Por todos lados había sangre, las personas gemían.
No me quedó otra que tirarme hacia adelante, tendida sobre mi panza, con los brazos alrededor de mi cabeza como protección. Los policías nos insultaban y nos escupían, se subieron en el borde a un lado de la superficie de carga y cuando se echó a andar el transporte, se pararon sobre mí y sobre los demás con sus botas, gritaron y nos insultaron, golpearon con sus toletes nuestras espaldas, cabezas y pies. Yo sentí manos que tocaban mi trasero y espalda, que aparte me estaban tratanto de quitar mi ropa cintura hacia arriba. Cuando yo trataba de volver a poner mi ropa, me gritaban ¡¡¡Gringa!!! y alguien me golpeó en la cara. Mi nariz sangraba. Ya no podía pensar en nada más. Sin moverme aguanté todo. El camión se detuvo. De los cabellos nos jalaron hacia otro camión más grande. Ahí estaba ya otro grupo de personas bañados en sangre en cuclillas hasta atrás del piso del camión. Nos tuvimos que echar sobre la gente. Golpes, pisoteos, insultos. Nuestras cabezas fueron presionadas hacia abajo, para que no pudiéramos ver sus caras. Los policías empezaron a registrar los nombres.
Me arrancaron mi bolsa con pasaporte, dinero, película, y mi cámara y lentes, detenían mi cabeza por los cabellos hacia arriba, grité mi nombre y que era de Alemania. Los llantos, el olor, el ruido del ambiente era insoportable. No sabía que podía pasar después, y esto me daba un miedo horrible. Mi pañoleta azul la pusieron sobre mi cabeza y debí sentarme en una banca del camión. Tuve que escuchar como tomaban los nombre manteniendo mi cabeza inclinada hacia abajo con un tolete. Una y otra vez vinieron policias al camión y preguntaron por la alemana, levantaron mi pañuelo, querían ver mi cara. Yo no debía moverme. Unas manos tocaban mis pechos. Me preguntaron qué estaba haciendo aquí. Había un poco de calma, hasta que llegó un tercer transporte con detenidos y otra vez se fue, y empezó este violento registro de los nombres otra vez. Ninguno de los detenidos se atrevió a moverse. Había muchos heridos graves entre ellos. Tuvieron que quedarse en cuclillas en el suelo y en las bancas, en parte tirados revueltos. Los policías nos gritaban continuamente y golpeaban sobre las personas. A mí me ofrecieron un vaso con agua, y me dijeron que me sentara con un grupo de los policías. Dijeron: "Si cooperas no te va a pasar nada".
fuenteNo me quedó otra que tirarme hacia adelante, tendida sobre mi panza, con los brazos alrededor de mi cabeza como protección. Los policías nos insultaban y nos escupían, se subieron en el borde a un lado de la superficie de carga y cuando se echó a andar el transporte, se pararon sobre mí y sobre los demás con sus botas, gritaron y nos insultaron, golpearon con sus toletes nuestras espaldas, cabezas y pies. Yo sentí manos que tocaban mi trasero y espalda, que aparte me estaban tratanto de quitar mi ropa cintura hacia arriba. Cuando yo trataba de volver a poner mi ropa, me gritaban ¡¡¡Gringa!!! y alguien me golpeó en la cara. Mi nariz sangraba. Ya no podía pensar en nada más. Sin moverme aguanté todo. El camión se detuvo. De los cabellos nos jalaron hacia otro camión más grande. Ahí estaba ya otro grupo de personas bañados en sangre en cuclillas hasta atrás del piso del camión. Nos tuvimos que echar sobre la gente. Golpes, pisoteos, insultos. Nuestras cabezas fueron presionadas hacia abajo, para que no pudiéramos ver sus caras. Los policías empezaron a registrar los nombres.
Me arrancaron mi bolsa con pasaporte, dinero, película, y mi cámara y lentes, detenían mi cabeza por los cabellos hacia arriba, grité mi nombre y que era de Alemania. Los llantos, el olor, el ruido del ambiente era insoportable. No sabía que podía pasar después, y esto me daba un miedo horrible. Mi pañoleta azul la pusieron sobre mi cabeza y debí sentarme en una banca del camión. Tuve que escuchar como tomaban los nombre manteniendo mi cabeza inclinada hacia abajo con un tolete. Una y otra vez vinieron policias al camión y preguntaron por la alemana, levantaron mi pañuelo, querían ver mi cara. Yo no debía moverme. Unas manos tocaban mis pechos. Me preguntaron qué estaba haciendo aquí. Había un poco de calma, hasta que llegó un tercer transporte con detenidos y otra vez se fue, y empezó este violento registro de los nombres otra vez. Ninguno de los detenidos se atrevió a moverse. Había muchos heridos graves entre ellos. Tuvieron que quedarse en cuclillas en el suelo y en las bancas, en parte tirados revueltos. Los policías nos gritaban continuamente y golpeaban sobre las personas. A mí me ofrecieron un vaso con agua, y me dijeron que me sentara con un grupo de los policías. Dijeron: "Si cooperas no te va a pasar nada".
Valentina Palma Novoa (Chile)
Me levantaron de los pelos y me dijeron “súbete a la camioneta puta”. Apenas podía moverme y ellos exigían extrema rapidez en los movimientos. Me avalanzaron encima de otros cuerpos heridos y sangrantes y me ordenaron bajar la cabeza sobre un charco de sangre, yo no quería poner mi cabeza en la sangre y la bota negra de un policía sobre mi cabeza me obligó a hacerlo. La camioneta encendió motores y en el camino fui manoseada por muchas manos de policías, yo solo cerré los ojos y apreté los dientes esperando que lo peor no sucediera.
Con mis pantalones abajo, la camioneta se detuvo y se me ordenó bajar, torpemente baje y una mujer policía dijo: “a esta perra déjenmela a mí” y golpeó mis oídos con las dos manos. Caí y dos policías me tomaron para subirme al bus en medio de una fila de policías que nos pateaban.
Arriba del bus otra policía mujer preguntó mi nombre mientras dos policías hombres pellizcaban mis senos con brutalidad y me tiraron encima del cuerpo de un anciano cuyo rostro era una costra de sangre. Al sentir mi cuerpo encima el anciano gritó de dolor, trate de moverme y una patada en la espalda me detuvo, mi grito hizo gritar al anciano nuevamente, que pedía a dios piedad.
fuenteCon mis pantalones abajo, la camioneta se detuvo y se me ordenó bajar, torpemente baje y una mujer policía dijo: “a esta perra déjenmela a mí” y golpeó mis oídos con las dos manos. Caí y dos policías me tomaron para subirme al bus en medio de una fila de policías que nos pateaban.
Arriba del bus otra policía mujer preguntó mi nombre mientras dos policías hombres pellizcaban mis senos con brutalidad y me tiraron encima del cuerpo de un anciano cuyo rostro era una costra de sangre. Al sentir mi cuerpo encima el anciano gritó de dolor, trate de moverme y una patada en la espalda me detuvo, mi grito hizo gritar al anciano nuevamente, que pedía a dios piedad.
Mario Alberto Aguirre Tomic
Después se nos conduce a la calle y se nos obliga a sentarnos en la acera con las manos en la espalda para atarlas con una liga plástica. Comienzan los golpes e insultos por parte de la policía para después conducirnos al interior de un microbús donde nos esperaba una fila de oficiales para seguir con la golpiza.
Se nos apila uno encima de otro para ahorrar espacio y poder introducir a más detenidos en el vehículo. Las condiciones son estrictas en lo que atañe a mantener las cabezas bajas y sin intentar siquiera levantar la vista.
En esas condiciones continúan los golpes y es cuando soy testigo visual de una de las vejaciones a que es sometida una mujer que está sentada a un lado. Ella se encuentra con el torso desnudo mientras los oficiales la insultan y la golpean en los senos. Otra mujer que esta sobre mí, en la pila de cuerpos de la que somos parte, es brutalmente golpeada y su cabeza es azotada repetidas veces contra mi espalda.
Los golpes que recibo son de puntapiés, manotazos, pisotones y golpes con el tolete. Después de esto se nos hace pararnos para ocupar el espacio que queda entre los asientos donde se nos obliga a hincarnos manteniendo la cabeza sobre el asiento para no poder ver nada.
Comienza el viaje en el microbús que dura aproximadamente 2 o 3 horas. En este tiempo somos testigos de otra vejación en contra de una de las mujeres españolas, quien grita que por favor la dejen en paz porque la están asfixiando.
fuenteSe nos apila uno encima de otro para ahorrar espacio y poder introducir a más detenidos en el vehículo. Las condiciones son estrictas en lo que atañe a mantener las cabezas bajas y sin intentar siquiera levantar la vista.
En esas condiciones continúan los golpes y es cuando soy testigo visual de una de las vejaciones a que es sometida una mujer que está sentada a un lado. Ella se encuentra con el torso desnudo mientras los oficiales la insultan y la golpean en los senos. Otra mujer que esta sobre mí, en la pila de cuerpos de la que somos parte, es brutalmente golpeada y su cabeza es azotada repetidas veces contra mi espalda.
Los golpes que recibo son de puntapiés, manotazos, pisotones y golpes con el tolete. Después de esto se nos hace pararnos para ocupar el espacio que queda entre los asientos donde se nos obliga a hincarnos manteniendo la cabeza sobre el asiento para no poder ver nada.
Comienza el viaje en el microbús que dura aproximadamente 2 o 3 horas. En este tiempo somos testigos de otra vejación en contra de una de las mujeres españolas, quien grita que por favor la dejen en paz porque la están asfixiando.
Italia Méndez (27 años)
me colocaron encima de la pila y después me arrastraron hacia el asiento trasero, ahí un policía metió su mano dentro de mi blusa y desgarró mi brassier, enseguida metió su mano dentro del pantalón y desgarró mi calzón. Yo me encontraba boca abajo, con el rostro cubierto, bajaron mi pantalón hasta los tobillos y mi blusa hasta la cabeza, golpearon con fuerza mis glúteos, gritándome que me violarían y matarían, después un policía me gritó que le dijera “vaquero” y golpeó con más violencia mis glúteos, pero ahora con su tolete solo paró hasta que escuchó lo que pedía. Enseguida me penetró con sus dedos la vagina y apretó con fuerza mis senos, después pellizcó con mucha violencia mis pezones, invitó a otro policía a hacer lo mismo mientras seguían golpeándome, después invitaron a una tercera persona a la cual le llamaron jefe, este último me penetró con un objeto y amenazaron con violarme
Norma Aida Jiménez Osorio (23 años)
seguían amenazándome con violarme y matarme, hasta que a golpes y patadas me bajaron de ese camión para subirme en la parte de atrás de una camioneta donde un sujeto me golpeaba las nalgas sin parar con un tolete, mientras yo seguía con la cabeza cubierta y boca abajo; cuando ya no pude soportar los golpes en mis nalgas traté de cubrirme con mis manos y también me las golpearon asta que las quité, después introdujo su mano por debajo de mi ropa interior y me apretó fuertemente las nalgas, incluso introduciendo sus dedos en mi ano.
Gabriela Téllez Vargas (18 años)
“…ahí me vieron los policías y me dijo uno: ¿qué me ves?, y dijo otro: súbela por pendeja. Me empezaron a pegar y a preguntar dirección, edad, nombre; y tres de ellos me apartaron porque me querían seguir pegando con patadas y toletazos, me empezó a agarrar la cara uno de ellos y me metía los dedos en la boca y en la vagina y me obligó a hacerle sexo oral, me echó su esperma en mi suéter blanco y vino otro policía y lo mismo, me agarro mis pechos y dijo: ésta está bien buena y está amantando, ¿verdad? Puta de perra, me sacaron una foto con los ojos cerrados.
Después me obligó a hacerle sexo oral, me echo su esperma en la boca y los escupí en mi suéter, vino un tercero y me hizo lo mismo y me los echo en mi suéter, y me dijo que si quería que me ayudara, tenía que ser su puta por un año e irme a vivir adonde el quisiera, me quitaron mi suéter y no me lo quisieron dar, llegó un cuarto policía, me manoseó en la vagina y los pechos y quería que le hiciera sexo oral y llegó otro y le dijo: ya no, guey, porque ya llegamos; y me empezaron a limpiar el pantalón y las manos y me dieron un cigarro a fumar, pero yo no fumo ni tomo. Y me bajaron con los ojos cerrados en el penal de Santiaguito, Almoloya.”
fuenteDespués me obligó a hacerle sexo oral, me echo su esperma en la boca y los escupí en mi suéter, vino un tercero y me hizo lo mismo y me los echo en mi suéter, y me dijo que si quería que me ayudara, tenía que ser su puta por un año e irme a vivir adonde el quisiera, me quitaron mi suéter y no me lo quisieron dar, llegó un cuarto policía, me manoseó en la vagina y los pechos y quería que le hiciera sexo oral y llegó otro y le dijo: ya no, guey, porque ya llegamos; y me empezaron a limpiar el pantalón y las manos y me dieron un cigarro a fumar, pero yo no fumo ni tomo. Y me bajaron con los ojos cerrados en el penal de Santiaguito, Almoloya.”
Informe de la CNDH: violaciones sexuales en Atenco
El presidente de la CNDH, José Luis Soberanes, explicó en rueda de prensa que cuenta con "actas circunstanciadas" (testimonios de víctimas), opiniones de peritos médicos, fotografías digitales y vídeos que permiten "acreditar que sí hubo agresiones sexuales".
Señaló que las agresiones sexuales se realizaron contra al menos veintitrés mujeres durante el desalojo por parte de unos 3.000 agentes de policía de una violenta revuelta.
De este grupo de detenidas, dieciséis sufrieron "abusos sexuales" (tocamientos), y de las otras siete existen "indicios" de que fueron víctimas de "violación impropia" (introducción de dedos u objetos como llaves en sus vaginas), precisó el funcionario de la CNDH durante la presentación de un informe preliminar sobre los hechos.
Señaló que las agresiones sexuales se realizaron contra al menos veintitrés mujeres durante el desalojo por parte de unos 3.000 agentes de policía de una violenta revuelta.
De este grupo de detenidas, dieciséis sufrieron "abusos sexuales" (tocamientos), y de las otras siete existen "indicios" de que fueron víctimas de "violación impropia" (introducción de dedos u objetos como llaves en sus vaginas), precisó el funcionario de la CNDH durante la presentación de un informe preliminar sobre los hechos.
Sobre otros daños:
Entre las quejas que recibió la CNDH, 202 son de personas que dijeron haber recibido tratos crueles, inhumanos o degradantes, lo que significa que padecieron "lesiones que tardan más de quince días en sanar", explicó Pedroza.
Adicionalmente, 102 denuncias se refieren a daños en propiedad ajena, ochenta a registros domiciliarios ilegales, 76 a robos, 64 a personas incomunicadas y veintinueve a amenazas.
fuenteAdicionalmente, 102 denuncias se refieren a daños en propiedad ajena, ochenta a registros domiciliarios ilegales, 76 a robos, 64 a personas incomunicadas y veintinueve a amenazas.
Enlaces a mas información sobre el caso:
muy buenos documentales y gran informacion
ResponderEliminarte pediria q nos aportaras tambien sobre ls represiones en oaxaca por el gobernador de este estado y la pfp en los enfrentamientos con sinpatizantes de la appo
gracias